Club de Encuentro Manuel Broseta puso ayer su grano de arena al Año Hernandiano 2010. El poeta alicantino fue el protagonista de la conferencia a cuatro manos ofrecida por Antonio Gutiérez Vegara y Blanca Fernández Albalat. Él nos sirvió en bandeja la herencia moral que nos dejó el escritor y ella su legado más íntimo: varios sonetos que leyó para la ocasión.
«Miguel Hernández es uno de los poetas más importantes de la historia de la literatura y uno de los iconos de la libertad». Con estas palabras presentaba Francisco Puchol, presidente de Club de Encuentro Manuel Broseta, el acto que celebró ayer el foro de opinión, en el que reunió a dos ilustres oriolanos para rendir homenaje a su paisano. De Blanca Andréu Fernández Albalat Puchol destacó su compromiso con la figura de Miguel Hernández y su contribución a la defensa del escritor a través de su blog. De Antonio Gutiérrez Vegara, el presidente de Club de Encuentro quiso referenciar su etapa sindicalista y agradecerle la referencia que los Presupuestos Generales del Estado hacen a la conmemoración del centenario del poeta.
El presidente de la Comisión de Economía en el Congreso de los Diputados quiso iniciar su intervención con un recuerdo al profesor Manuel Broseta, quien hace 20 años le invitó personalmente a uno de los primeros encuentros del Club. En referencia a Miguel Hernández, protagonista de su ponencia y del que se declara enfervecido seguidor, dijo que les unen dos circunstancias: «ser de Orihuela y ser de izquierdas». Gutiérrez Vegara, comprometido sindicalista durante los años ’70, explicó que sus primeras «pescozadas» en la Guardia Civil se las llevó porque formaba parte de un grupo de oriolanos que quería que el único instituto que había en Orihuela en aquel momento se llamase Miguel Hernández. No pudo ser, contó; «Miguel Hernández era un proscrito en su pueblo todavía en el ’67»; afirmación que rebatió más tarde Blanca Andréu afirmando que Orihuela siempre apoyó al poeta.
Gutiérrez Vegara repasó la vida del literato alicantino, incluídos los trágicos eventos que la acompañaron, como los maltratos de su padre o su persecución política. «A Miguel Hernández, aunque murió de tuberculosis, lo mataron de intolerancia, revanchismo e impiedad», aseguró. El político aseguró que Hernández «es una de esas personas que a través de su muerte nos entregó el valor de su vida» e hizo referencia a su compromiso con la libertad como ejemplo «para encarar el presente y el futuro de nuestro país».
La escritora Blanca Fernández Albalat quiso recordar alguno de los rasgos más personales del poeta oriolano. «Si Miguel Hernández hubiera dado hoy aquí una conferencia sobre su obra habría traído un montón de objetos para explicar sus poemas gongorianos», contó a modo de curiosidad. Sobre su obra apuntó que reúne «lo más hermético y culto de la poesía en castellano. Yo lo veo un poco como a Mozart», comentó la poetisa alicantina. Acerca de su caracter, Blanca Andréu destacó que Miguel Hernández era «un optimista en medio de una tragedia, pues contaba con cantidad de amigos frente a las palizas que recibía de su padre y creyó firmemente en la libertad en medio de una terrible guerra».
Para poner la guinda a la velada de ayer, Blanca deleitó a todos los presentes con la lectura de varios sonetos de Hernández. Con estas palabras finalizó el homenaje:
Llegó con tres heridas:
la del amor,
la de la muerte,
la de la vida.
Con tres heridas viene:
la de la vida,
la del amor,
la de la muerte.
Con tres heridas yo:
la de la vida,
la de la muerte,
la del amor.